416 02/05/15 De Mª.Stmª. ¡GUARDAOS DE AIREAR…!

Queridos hijos de Mi Corazón Inmaculado, imitadores Míos… ¡Cuánto deseo que vuestra alma florezca en virtudes que den buen olor de santidad, y cunda el ejemplo a vuestro próximo!

Sabéis que el buen olor de un perfume, como mejor se conserva, es en tarro bien cerrado y apartado en sitio fresco. Igual ocurre con los alimentos, y por eso se envasan al vacío. Si se airean, a poco empiezan a coger moho y se ponen babosos… pues lo mismo ocurre con la virtud y el buen ejemplo, que alimenta a las almas que lo conocen.

Así que, ¡Guardaos de airear! Y de la misma forma que decís: “por la boca muere el pez”, o como enseñó el apóstol Santiago, todo un caballo se domina y sujeta por un simple freno puesto en la boca, (Stgo. 3, 3) porque… ¡hijos!, la lengua está llena de mortífero veneno, con ella se alaba a Dios… y también se murmura y difama al próximo, y esto, hijos, no puede ser. ¿Acaso una fuente suelta por el mismo caño agua dulce y amarga? (Stg.3, 6-11) que todo el que ama a Dios, que da el ser, ama al engendrado por Él. (1 Jn. 5, 1)

Aprended, pues, a no murmurar, a no hablar con indirectas y segundas intenciones, y también haréis obra de caridad corrigiendo al que yerra y os quiera comprometer, ya que muchas conversaciones empiezan con “Me han dicho…”, “¿Sabes qué…?” E incluso se invoca a los medios para propagar cualquier rumor.

Vosotros, no vaciléis en pedir confirmación de la verdad con fundamento, y si no pueden demostrarla, dad por terminada la conversación. Puede ser que quien os comprometa, lo que busque es sumar adeptos difamando a alguien. Y no divulguéis rumores, incluso muy posibles o verdaderos, que perjudiquen a un hermano.

¡Esforzaos en esta virtud del dominio de la lengua… y de todo el cuerpo! Y ahora, quiero ceder la bendición a San Atanasio, que defendió Mi maternidad divina, y la divinidad de Mi Jesús, y dio a conocer el monacato en Occidente, habló de monjes que se encerraban en soledad y silencio a practicar virtudes heroicas, que Dios dotaba con buen olor de santidad:

“Yo os bendigo en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Quedad en paz. Así sea.

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