113.- 21/09/2012 De Jesús. NACER Y VIVIR EN EL ESPÍRITU

Os es preciso nacer de nuevo. Quien no naciere del Agua y del Espíritu, no puede ver el Reino de Dios, (Jn. 3, 5)  Yo, Jesús, os hablo.

Hijos de Mi Sacratísimo Corazón, no esperéis a estar bien arrepentidos para acercaros a Mí, Yo doy la conversión en el mismo instante que se inclina a Mí vuestra voluntad de modo irrevocable. Yo, Jesús, os hablo. Estáis como en cuerda floja, como andando por un pasillo muy estrecho, tiraos a Mi lado, os recogeré, al otro lado es el abismo.

Hijos, un nacimiento es pasar de las tinieblas a la luz, es doloroso, es llorar por los pecados cometidos, por la ofensa a la infinita dignidad de Dios, lamentando el daño a tanto Amor, a tanta Caridad, a tanta pureza y misericordia, entregarse confiadamente a Mi Espíritu y no excusar ni justificar el pecado.

Al que nace de esta manera, al que se siente pobre delante de Mí, Yo le acojo, le hago hombre o mujer nuevo, y dentro de Mi Iglesia, Le doy una misión como miembro que de Ella es, con los dones necesarios para cumplirla. Lo importante será que en adelante se deje llevar de Mi Espíritu, que es fuego de Amor y viento impetuoso que allana obstáculos, y le sea fiel. (Jn. 3, 1-8)

Ya puede ser sacerdote, obispo o cardenal de Mi Iglesia, que si no ha nacido de esta manera, si no se ha convertido totalmente, si tiene vicios o pecados antiguos, si tiene rencores hacia otras personas, sus oraciones y Misas no Me son agradables, a Mi Altar hay que acercarse puro y limpio, pues soy la Pureza misma.

Y si os proponéis metas concretas, y veis cómo se van cumpliendo, y os mostráis satisfechos por haberlas conseguido… ¡Hijos…! Es que vivís aún en la carne. Yo, Jesús, os hablo.

Mi Espíritu tiene alas, y el que es de Dios, habla las palabras de Dios, y es la misma alegría comunicativa, que llena de gozo a los que se le acercan. Yo, Jesús, os hablo.

Y a este Espíritu, Le hice Esposo de Mi Madre, y Yo Me hice Hijo de ambos. Id, pues, a Mi Madre, a quien, desde toda la eternidad, existiendo Inmaculada en Nuestra mente, hice Madre vuestra y Le di todos los dones, sin medida. Todo lo que Me ofrezcáis por medio de Ella, Me es muy agradable y nada Le niego. Poned en práctica un largo silencio de Amor ante el Sagrario y os hablaré al corazón y os daré paz y alegría. Quedad en paz, hijos Míos, así sea.

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