362 23/08/14 De Mª.Stmª. SEGUIR A MI JESUS EN LAS PRUEBAS

Queridos hijos de Mi Corazón Inmaculado, que seguís a Mi Jesús en la tierra, y veis, y vemos desde el Cielo, lo difícil que os resulta seguirle en la adversidad, en la enfermedad, en las pruebas de fuertes dolores morales, y os digo: ¡Seguidle, perseverad! Se os prueba como oro en el crisol, sacándoos las impurezas. Y si no podéis subir deprisa estos escalones de la santidad como los jóvenes y fuertes, subidlos despacio y reposando ante el Sagrario cuando estéis cansados, y haceos como niños para que, viendo vuestro Padre Celestial que no podéis, se compadezca, y como a un niño, os coja en brazos y suba la escalera del Cielo con vosotros.

¡Hijos! Si os resulta fácil seguir a Jesús en la tranquilidad, si os deleitáis en sus enseñanzas divinas, y no las ponéis por obra precisamente en la ocasión, en las pruebas… ¡Hay tantos ejemplos en la Biblia de los que debéis de huir!… Mi pueblo se gozaba con el profeta Ezequiel, se decían: “¡Vamos a oír hoy lo que nos dice Yavé!” pero era pura burla, no lo ponían por obra, convirtiéndose, arrepentidos; (Ez 33, 20-33) o como Herodes, que escuchaba con gusto al Bautista y luego lo mandó decapitar; (Mc 6, 17-29) o como el joven rico, el cual fue invitado por Mi Jesús a seguirle, pero, ante el panorama de perder sus riquezas, se echó atrás… (Mat 19, 16-22) En fin, que no se tenga que decir de vosotros: “Haced lo que os digan, pero no imitéis sus obras, porque dicen y no hacen”. (Mat 20, 3)

Para esto, hijos, el remedio, es vigilar de continuo las inclinaciones de vuestro corazón, y esforzarse en la mortificación. Si empezáis por poco, por aquello que os obliguen las circunstancias, acabareis aceptando la cruz. Es arduo el camino de perfección, pero la puerta por donde el Señor puede ayudaros es la oración, entrando en vuestro interior, que, como aposento y morada de la Trinidad Beatísima, debe de ser lo más perfecta posible. ¡Cuidad y examinad las virtudes, sobre todo, la paciencia en las pruebas! pues la impaciencia, el no sometimiento a la Voluntad de Dios, es una exaltación del “yo”, pura soberbia.

Hijos, Yo bendigo vuestros esfuerzos por el Reino de los Cielos, por la Cruz, que sabéis se multiplican al ciento por uno. Quedad en paz. Así sea.

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